La “diálisis de la maleta”
LA “DIÁLISIS DE LA MALETA”
(Experiencia personal con hemodiálisis domiciliaria)
Julio 2017
"La maleta". Eso es lo que buscaba yo, cuando en abril del 2015 me volvieron a decir que el riñón que me habían trasplantado, estaba en caída libre:
¡UF! ¡OTRA VEZ LA DIÁLISIS!
Previo a mi trasplante, estuve alrededor de cinco años en diálisis peritoneal.
Decidí que fuera así, en ese momento, porque suponía dentro de toda la CARGA EMOCIONAL Y FÍSICA que conlleva una diálisis, una cierta independencia, que me permitía seguir haciendo mi vida normal (trabajar, viajar… ¡moverme!).
Al encontrarme de nuevo en la misma situación por problemas físicos, ya no podía utilizar este tipo de diálisis y, la verdad, para mí fue un "palo".
Pienso que no hay ninguna mejor o peor. Cada persona, según su estado físico o sus miedos, elige el tratamiento que más se ajusta a sus posibilidades; en mi caso, el ir al hospital o centro de diálisis, suponía partirme la vida por la mitad y, además, físicamente no me sentaba bien; la alternativa que me quedaba era la diálisis domiciliaria, donde mi mujer tenía que implicarse al 100% por 100% en el tratamiento, ya que ella era la que me pinchaba y manejaba la máquina, por lo que los dos teníamos que hacer un curso de dos meses en el hospital para prepararnos.
Casualidades de la vida, llegó a mis manos la noticia de un periódico gallego que informaba que en el hospital de Lugo y en el de La Paz de Madrid, tenían la "diálisis de la maleta", que me volvía a dar la posibilidad de hacerla en mi casa, continuar con normalidad mi vida y mi trabajo y poder desplazarme de vez en cuando de viaje.
Rápidamente me puse en contacto con el Hospital de La Paz y allí todo fueron "FACILIDADES". De corazón os digo que volví a RESPIRAR. Todo cambió, la preparación era “sencilla y personal”; yo soy el dueño de mi tratamiento. Es verdad que el apoyo de mi familia es fundamental pero puedo hacerme cargo de mi tratamiento desde el principio hasta el final si tengo que estar solo.
Esta confianza se la debo al equipo de profesionales del hospital La Paz que, desde el principio, me hicieron entender la importancia que tenía para mí que fuera autónomo en el tratamiento, además de darme un gran apoyo humano y psicológico. Desde aquí, muchas gracias a todos ellos.
Lo más gracioso es que siempre he tenido terror a las agujas y a pincharme, y aquí me tienen: nadie conoce mi brazo mejor que yo, y me pincho a diario solo.
El método utilizado para pincharme es la técnica "buttonhole": la aguja con punta roma entra siempre por el mismo canal, el brazo no sufre, y pincharse resulta más fácil.
Nunca agradeceré lo bastante a mi doctora, enfermera, auxiliar de clínica y todo el equipo del hospital La Paz la ayuda y confianza que me han dado.
Un saludo,
Vicente Prada Moreno